Enero es un mes rápido. Escurridizo.
Va siempre unos días por delante. Lo visualizo doblando la esquina, mirando de reojo, para asegurar que no le sigo…. dejándome siempre atrás, con mi lista de propósitos en la mano.
Tanto ritual, tanto necesitar que sea el uno del uno, para finalmente no empezar hasta quince días después. Una demostración más de que cada día es hoy. De que la intención de fin de año es suficiente para alargar el rito y darle validez a los buenos propósitos, empiecen cuando empiecen. Cuando toque, cuando se pueda. ¿Quién da la vez?
Puede que no sea mala idea remolonear las intenciones. Pulirlas, escribirlas, dudarlas para digerirlas y darles forma. De hecho, dejar que algunas se caigan incluso antes de intentarlo es un ejercicio de honestidad con una misma que lo facilita todo un poco. Así no perdemos foco.
Una palabra por encima del propósito
Tan aficionadas a las listas, tendemos a llenar la lista de cosas que hacer. Añadir, hacer, sumar. Siempre más.
¿Y si en vez de añadir, quitamos?
Dejar de hacer. Quitar lo superficial, lo que no sea indispensable. Suprimir los “debería”. Quitar todo aquello que ocupa -sitio, tiempo, espacio mental…-. Ir ligera de equipaje. No cargar con más. Optimizar espacio para ganar eficiencia.
Condensarlo todo en una sola palabra y movernos por su significado, tan amplio como queramos, tan ancho como necesitemos. Pero sólo una palabra como guía. Esa que mueve la aguja. Esa única cosa que, si la haces, tu vida será más fácil, más satisfactoria, más cercana a como te gustaría.
¿Qué palabra eliges?
Mi palabra es, por supuesto, “Darme permiso”. A lo que sea. A lo que venga. A lo que necesite. Si siento que en mi día a día me doy permiso, si veo que tomo decisiones desde ahí, sabré que voy bien. De lo contrario, tocará recalibrar y reenfocar.
Así, sin listas interminables, enfoco el año. Empezaré un poco más tarde, pero más ligera de equipaje y de objetivos. De hecho, puede que este haya sido mi primer ejercicio de darme permiso: empezar el año a mediados de enero, soltar un rato el calendario y las prisas y comenzar cuando todo está de nuevo en orden.